Josep Solana i Zapater, historietista y fundador de la Escola de Cómic Joso
"Me censuraron por dibujar grandes pechos"
El arte se manifiesta de formas distintas. Josep Solana Zapater, más conocido como Joso, expresa su talento mediante el dibujo y más concretamente el humorístico. Un hombre que ha podido disfrutar de su afición, llegando a vivir de ella. Empezó su carrera profesional en 1956, todo un veterano del cómic. Aunque también ha compaginado su amor por el dibujo, con la publicidad. Joso, con su dinamismo ha sabido introducirse en la televisión, realizando colaboraciones esporádicas en Televisión Española. Un buen día tuvo la idea de crear la que es hasta ahora, la más prestigiosa escuela de cómic del país. Ya retirado de las aulas, ahora dirige a un grupo de profesionales. Una factoría de talentos, que no para de producir grandes autores, que demuestran alrededor del mundo que los españoles también son grandes.
Su éxito está más que demostrado, todo un innovador en el campo de las viñetas. Aunque haya abandonado su lápiz, aún conserva esa frescura que un buen día lo caracterizó. Porqué al igual que ir en bici hay cosas que nunca se olvida.
-Usted empezó bastante joven a trabajar para la revista Tio Vivo, ¿de dónde le viene esa vocación por el dibujo?
Empecé de pequeño a ir a las escuelas de dibujo, la típica escuela de dibujo que a mi me aburría mucho, en la que tenias hacer carboncillo, difuminado, etc. Lo que pasa es que el profesor se cansaba de mí y decía “mira, tú ponte ahí detrás y empieza a hacer caricaturas de todos los que están dibujando aquí” y así fue un poco como empecé. Luego lo que si empecé a hacer es el típico fanzine que le llaman, muy en plan aficionado.
-¿Qué tipo de fanzine solía realizar?
Lo mio siempre ha sido humor. Realizaba historias de cuando íbamos de excursión al Montseny y empezaba a hacer la historia de que si uno caía, el otro se perdía y todo eran historietas de este tipo. Con bastante éxito en aquella época, porqué a mis padres les decían “oye dile que nos haga uno para nosotros” y cobrabas diez pelas por fanzine.
-¿Le resultaron difíciles sus inicios?
Pues en realidad a veces la gente tiene suerte y yo en este caso la tuve. Muchos dibujantes famosos se pasaron de la revista Tio Vivo a Bruguera así que tuve la ocasión de entrar al Tio Vivo y allí fue un poco mi inicio. Esto me abrió las puertas. Conocí a Enrique Rubio, un periodista de sucesos que me introdujo en televisión e hice muchos dibujos para ésta. Después quisieron hacer una revista un poco atrevida en aquella época en que la censura era muy fuerte. Hasta que debido a aquella época nos la cerraron.
-Así pues, ¿se ha sentido muy censurado usted a lo largo de su carrera?
En aquella época lo considerabas como una cosa normal. Sabia que había ciertas cosas que no las podía dibujar. Lo que pasa, que después cuando ya salió, que a mi me cogió ya un poco mayor, el Papús, decía “¡que mala sombra no haber podido vivir en esta época!”. Hubiera podido hacer lo que yo quería. Pero con que en el fondo tenías trabajo, el que tú querías, pues tampoco era una pega demasiado grande.
-¿Hay alguna obra que recuerde a la cual le hubiese “dolido” que se la censurasen?
Logré que en una exposición de los grandes del humor de aquella época, pudiese entrar yo. Hice un dibujo en el que había una mujer con unos pechos un poco más exagerados de lo normal. Y no pude participar por el dibujo y eso me dolió mucho. Que comparado con lo que sale hoy…
-¿Ha podido vivir plenamente de su trabajo o lo ha tenido que compaginar con otras actividades?
Durante esta época que te he mencionado, hubo un momento que era fabuloso, porqué tenía mucho trabajo. Entonces con mis hermanos, después de que muriese mi padre, nos juntamos los tres y montamos una agencia de publicidad. Esto me frenó un poco. Me casé y vi que claro, el dibujo de historietas no me podía dar tanto como hacer publicidad. Entonces me dediqué más al tema publicitario.
-¿Como decidió fundar l’Escola de Cómic Joso?
Yo estaba con la agencia de publicidad con mis hermanos, pero hubo un momento en que nos separamos. Yo me quedé un poco en medio y decidí montar la idea que ya tenía desde jovencito. Mi escuela fue un poco la típica de bellas artes, de hacer difuminado, carboncillo. Que me fue bien, no es que la critique, pero a mi no me gustaba. Y pensé hacer la escuela que la gente como yo querría, con mesas, pinceles, plumilla, con dibujo comercial. Empecé un poco la broma así, hasta que puse un stand en el Salón del Cómic. Pasé de tener 10 alumnos a tener 60 y tuve que coger ayudantes.
-¿Se podría decir que es usted un innovador en este campo, en España?
Sí, yo diría que sí. Diría que fue una idea de aquellas que me salió redonda. Las cosas cuando se hacen con ilusión y te lo pasas bien, son fáciles. En el fondo quizás también hemos tenido suerte porqué fue en el momento oportuno, si ahora lo tuviese que hacer, no tendría ni capital para hacerlo. En aquella época con una alpargata y una escoba pude empezar una escuela, que ahora seria imposible.
-Su escuela cuenta con 30 años de historia, ¿cuales son las formulas de ese éxito?
El éxito, fue la idea que tuve. Entonces lo que he hecho siempre es coger profesionales en activo, como profesores. No es aquel señor que de joven había sido dibujante, si no un señor que esta dibujando para Estados Unidos, Francia o aquí. Les está enseñando lo actual y para mi este es uno de los éxitos. Los chavales se han visto respaldados por el profesor, los han admirado. El chaval cuando viene aquí y ve las páginas que hace un profe dice “¡Ostras! Si yo pudiese hacerlo…”
-Todo avanza y como no el dibujo y sus técnicas también, ¿como ha sido la adaptación a los nuevos tiempos?
Cuando empezó el Letra Siete, nosotros rotulábamos a mano y salieron unas letras adhesivas que cogías y te salía la letra perfecta. A mano, quieras o no quedaba un poco tembloroso. Después, salió el ordenador y sí, me he adaptado rápidamente. No solo yo, he hecho que los otros también se adaptasen. En esta escuela, antes todo se hacía a mano, pero ahora tenemos tres clases llenas de ordenadores. No es lo esencial, porque lo esencial es tener mano con el dibujo, pero es una herramienta perfecta.
-¿Considera que con los ordenadores se ha perdido un poco la magia de lo que era antes dibujar a mano?
En la escuela no y diría que en el cómic tampoco. Porqué el cómic es muy manual, pero si necesitas un fondo de un cielo, coges y lo transformas, las herramientas son sensacionales. Pero no se ha perdido, no.
-De su escuela han salido grandes autores como Roger Ibáñez, Juanjo Sáez, Kovec entre otros, ¿que siente como fundador de esta?
¡Me he alegrado! Además que son chavales muy firmes y cuando me ven es muy agradable. No es aquella escuela en la que se ha marchado un tío y ni lo recuerdas. Muchos de estos son profes ahora en la escuela. Incluso nos vienen alumnos de otras partes de España y el que viene se está los cuatro años, no se va en el primero. Notan que esto funciona.
-Su escuela lleva 26 años ininterrumpidos asistiendo al Salón Internacional de cómic de Angoulême, el más importante de Europa. ¿Como están las relaciones con Francia?
Los franceses son muy suyos, nosotros llevábamos 20 años y yo siempre decía “caray, si la situación fuese al revés y viniese una escuela francesa, los recibiría con una orquestra” pero allí nadie nos decía nada. Pero este año hemos podido hacer una exposición de algunos de nuestros chicos que trabajan en Francia, ha sido un éxito, ¡pero hemos esperado veinte y pico años!
-¿Cree que algunos de sus alumnos están trabajando fuera del país, porqué en países como por ejemplo Francia se les valora más?
Es que aquí, no estamos valorados, por poco que estemos valorados allí, ya nos sentimos valorados. Es que para una editorial, pagar a un dibujante para hacer un cómic y que después se haga la tirada y se venda es arriesgado. Aunque algunas editoriales se empiezan a atrever. Desgraciadamente nuestros autores deberán seguir marchando, cuando antes teníamos tantísimos autores trabajando para el país, una lastima.
-¿Se les enseña en esta escuela a los alumnos a saber vivir de esta profesión, a saber proyectarse como autores?
Los que se lo toman en serio si, sus profesores les explican sus experiencias. También los dirigimos a asociaciones como Api donde aprenden que hacer en caso de problemas con contratos. A veces la gente me pregunta si esto tiene salida, pero yo creo que la gente que sale de esta escuela tiene más salida que la que sale de las carreras, como por ejemplo abogado. El dibujo no solo es el cómic, también se necesita gente por ejemplo para diseñar la caja de un juguete, hacer cromos, hay mucho trabajo para el dibujante.
-En el contexto económico en el que nos encontramos, ¿como ve usted la situación del cómic y el dibujo en general?
A ver es como todo, crisis. Pero con internet puedes trabajar para todo el mundo y aún con la crisis existe esta ventaja. Antes, si querías trabajar para Estados Unidos, tenías que desplazarte e irte para allí. Dentro de la crisis, veo que nuestro ramo aún se aguanta. A veces nos llama alguna empresa que necesita un dibujante y la faena es nuestra para buscarle uno, ya que muchos de nuestros chicos están con trabajo. Así que con la crisis que existe, está muy bien el trabajo que hay.
“Somos ‘ninotaires’, nuestro arte es hacer muñecos con gracia y sin estudiarlos”
“Cuando veo a los chavales que hacen esos superhéroes me quedo maravillado”
“Cuando decía que era dibujante humorístico me miraban mal, hasta que salí en televisión”