El samurái nunca abandona
Japón, un año después de la catástrofe que sacudió su pueblo, sigue adelante, volviéndose a levantar como ha hecho a lo largo de su historia
Nada hacía presagiar que ese día algo terrible iba a suceder. El país amaneció como de costumbre, la gente se disponía a remprender su rutina habitual, aunque para muchos ya nada volvería a ser lo mismo… De repente, el inmenso mar añil se agitó, la tierra empezó a temblar, el cielo se oscureció, el tiempo pareció detenerse… Un gran manto azul cubrió la costa del país del sol naciente. Los samuráis resistieron valerosamente, pero contra la madre naturaleza a veces no se puede luchar. Pese a ello la herida de Japón ya empieza a cicatrizar, un año después de la tragedia.
Hace ya un año, concretamente el 11 de marzo de 2011, el terremoto de magnitud 9.0 en la escala de Richter provocó un tsunami que devastó la costa nororiental japonesa. Un maremoto que superó los 13 metros de altura, el equivalente a cuatro pisos. Una catástrofe que muchos no olvidarán jamás. Un desastre que dejó a su paso 15.854 muertos y 3.276 desaparecidos. A día de hoy siguen desplazadas de sus hogares 343.000 personas. Estos son los números de una tragedia.
A las 14:46 de ese viernes, la tierra tembló bajo el mar, desencadenando un enorme maremoto, corrimientos de tierra, incendios en refinerías y el mayor desastre nuclear vivido por la humanidad desde Chernobil (1986). El tsunami dañó gravemente algunos de los reactores de la central nuclear de Fukushima, no hubo muertes directas a causa de las fugas. Pero la radiactividad que afectó a alimentos, agua y producción agrícola y ganadera no se irá así como así. Ha dejado a muchas familias sin el trabajo que siempre les ha dado de comer, algunas viviendo ahora lejos de sus hogares. Personas que deben pasar regularmente exámenes de radiactividad, para asegurarse de que no se encuentran afectadas. Ahora se intenta repoblar los pueblos damnificados, ya que muchos huyeron.
Un año después, la costa se ha convertido en un enorme centro de reciclaje, un cementerio de recuerdos. En ella se llevan a cabo intensas labores de limpieza y separación de restos, en la que encontramos montañas de deshechos de más de 10 metros de altura. Cientos de excavadoras y multitud de voluntarios trabajan sin descanso a lo largo de la costa japonesa, para limpiar los restos que dejó el tsunami.
Casas destrozadas, bosques quebrados, terrenos desolados, muertes, desapariciones. Para muchos las imágenes de aquel fatídico día aún perduran en sus memorias, torturando sus recuerdos. Numerosos afectados se ven apartados de sus comunidades, desamparados de su entorno, provocando así que los suicidios y los casos de demencia senil hayan aumentado después de lo sucedido, según médicos y académicos. Las ayudas del gobierno nipón son un bálsamo que poco puede hacer con las familias afectadas, que deben empezar de cero. Volver a encontrar un hogar y un medio de vida.
Una cuestión que surge después de lo ocurrido con sus centrales nucleares es la siguiente: ¿deberían cambiar de energía y hacer uso de las renovables? Claro está, que parte de su población habrá perdido la confianza en éstas y para evitar futuras catástrofes medioambientales, puede que necesiten replantear parte de la base de su economía. Japón, un país que volvió a ser castigado después de las bombas atómicas que azotaron dos de sus ciudades, se ha vuelto a levantar. Un estado que es sinónimo de lucha. Sabrán recuperarse como el pueblo trabajador que es, y así lo están demostrando. Poseen el espíritu del samurái: nunca abandonar.

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